viernes, 29 de febrero de 2008

...Under the cartwheels...



Fuiste tú, siempre eras tú..
Y nunca me importó demasiado,
para ser honesto...






Soy la voz rasgada de Frank, la voz dentro de tu cabeza que te niegas a oír. Soy el rostro borroso de Frank, el rostro al que te tienes que enfrentar y del que pretendes huir. Soy el de la izquierda, el de la derecha, soy el enemigo. Soy la mano de Frank, la que te pondrá de rodillas....Y entonces, ¿Quién se supone que eres tú?.





La música es para el hombre triste.
La música la toca sólo el loco.









No sales, no hablas, a penas comes. Te has convertido en un vampiro social y te sientes orgulloso de ello. ¿Por qué? muy simple: es con ellos o contra ellos y ahí no te espera nada que merezca la pena. Tranquilo, no todo está perdido y cuando nos volvamos a juntar para nochebuena o el próximo funeral, seguiremos fingiendo que nos interesa lo que sea que tengan que decirnos...




Dejadnos permanecer jóvenes,
o dejadnos vivir para siempre.
No tendremos el poder,
pero nunca decimos nunca.






Y al final...cuando el espacio nos gane la batalla, giraremos la cara hacia el Sol y podremos respirar por primera vez desde la revolución del celofán. Libres, felices...siempre jóvenes.


Y luego desperté y pude contemplar
que había estado soñando despierto.
Que todo habían sido elucubraciones,
que nunca hablé con nadie,
que nunca hubo un sonido,
que nunca hubo canciones...

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